23 oct 2013

Si dijera siempre lo que pienso...

Hay un profesor que se ha aprendido mi nombre y me pregunta siempre qué pasa. O qué ocurre. Debe de ser que pongo unas caras extrañas ante lo que explica y ante mis pensamientos. Suelo responder que nada (en realidad no es mentira, nada relevante pasa por mi cabeza ni por mi vida). Pero pensándolo bien, las próximas veces que me pregunten eso y no pueda contestar, voy a ir añadiéndolo a esta lista un tanto singular.
—¿Qué pasa, Sar?
—Es que le acabas de preguntar a Indif. Si quieres saber quién es, lee el libro que aún no he escrito.
—¿Qué pasa, Sar?
—Me da que los erasmus se generan espontáneamente.
—¿Qué pasa, Sar?
—Que si te dicen "corazón ardiente" no te imaginas un corazón ardiendo, pero si te dicen "pollo ardiente" sí.
—¿Qué pasa, Sar?
—¿Qué pasa con los que no se sienten hombre ni mujer? Necesito un género neutro en español.
—¿Qué pasa, Sar?
—Hasta las narices estoy de que confundan feminismo con hembrismo.
—¿Qué pasa, Sar?
—Acabas de decir una incongruencia.
—¿Qué pasa, Sar?
—Hoy me duele el alma.
—¿Qué pasa, Sar?
—Do, re, mi, fa, sol, la, ti, do! That’s the way the story goes, oh! (Si no lo lees como la canción de Gabrielle Aplin, Panic Cord, deshonra para tu vaca).
—¿Qué pasa, Sar?
—¿Cómo crees que se dice "fuego" en danés? ¿Y en finlandés? ¿Y en suahili? ¿Y en chino? ¿Y en todas las lenguas del mundo?
—¿Qué pasa, Sar?
—¿EL BURRO POR TU CASA?
—¿Qué pasa, Sar?
—El tiempo...ah, no, espera, que no existe...
—¿Qué pasa, Sar?
—Ayer pensé que vivir en un mundo surrealista sería genial. Pero luego me di cuenta de que en realidad no sería surrealista para ti, porque acabarías acostumbrándote. ¿Crees que hay alienígenas ahí fuera que piensan que es imposible un mundo donde animales de dos patas casi sin pelo hablan? ¡Somos nosotros!
—¿Qué pasa, Sar?
—¿Y todos esos héroes olvidados del pasado, esos héroes anónimos cuyas acciones han hecho posible que estemos hoy aquí? Es decir, ¿quién inventó el clip? Porque si soy alguien es porque no pierdo todos mis apuntes por ahí.
—¿Qué pasa, Sar?
—¿Qué pasa, preguntón?
—¿Qué pasa, Sar?
—Creo que Hipatia, Sócrates, Aristóteles, Safo, todos los poetas y filósofos griegos o de la antigüedad están en el infierno por ateos o paganos. ¿Entonces Satanás está más enterado del "pienso luego existo" y demás filosofadas que Dios?
—¿Qué pasa, Sar?
—¿Cuántas veces diré "Zeus" a lo largo de mi vida? Hoy van diez.
—¿Qué pasa, Sar?
—No sé cuántos pelirrojos hay en el campus de humanidades. Y ayer no dormí.
—¿Qué pasa, Sar?
—Hablar con los que nos importan demasiado nos hace un nudo en la garganta y el corazón, pero trae más felicidad que conversar con los que no quieres ver. Por lo tanto, ¡quita pa'llá!
—¿Qué pasa, Sar?
—¡Es una crueldad que los pingüinos no puedan volar! ¡Quiero pingüinos voladores! ¡Y cacahuetes voladores! ¡Y alfombras voladoras! Por favor, eh, porfiplis.

12 oct 2013

Toca los tambores, Yen

Desde que tenía unos catorce años tengo una historia que me persigue y que nunca consigo acabar. Se titula Nubes Y Leyendas De Otro Mundo (NYLDOM) y muchas veces, cuando intento escribir cualquier
otra cosa, las palabras me arrastran a ella de nuevo. Lo siguiente es una canción de guerra, de esperanza, para luchar. En realidad no sé componer canciones ni escribir poemas, pero en mi fantasía eso sí puede pasar. Así que os dejo lo que escribí, recordándoos que me siento mucho mejor con la prosa.

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

En las minas nos tuvimos que internar
Para no morir allí,
En un mundo de mayor oscuridad
Que el que encontramos aquí.
Un refugio en las tierras de Lam,
Un refugio en las tierras del Mal,
Un santuario en territorio enemigo,
Unas rocas que nos ofrecieron abrigo.
Miles murieron, lo sabemos,
Y por su recuerdo debemos protegernos,
Para que a nadie jamás le asombre
Que luchamos por mil sueños y un hombre.

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

Aquel genial poeta, bufón para algunos,
Nos dio la esperanza perfecta
Para seguir adelante y ser sólo uno.
Su espíritu ronda estas cuevas,
No las abandonará jamás.
Cuando consigamos huir de aquí
Él se quedará como fiel guardián.
Alzaremos nuestras espadas una vez más
Contra quien mancille su nombre.
Alzaremos nuestros picos por la libertad
Pues jamás volverá a existir un hombre
Como el que fue él: que ame la igualdad.

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

Nos dijo que no nacimos esclavos,
Que ellos superiores no son.
No debemos arrodillarnos ante las bestias,
No debemos entregar nuestra rendición.
Nos dio un regalo magnífico: la opción de luchar.
Y con su hija, la Protegida que quedó,
Iremos a batallar.

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

Mañana respiraremos el cielo azul,
Pisaremos la fina hierba.
No digas ahora, compañero, que te rindes.
¡No dejes de luchar!
Allá tras la oscuridad
Aún existe patria, aún existe hogar.
Deja ya, hermano, de llorar.
¡Juro que llegaremos a verla!

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

Veo el destello de esos dientes infernales,
Veo que mi sangre brota frente a los golpes rivales.
Poeta, ¿me uniré esta noche a los hombres caídos?
De todos modos, sabes que mi corazón no es mío.
Mi corazón es de la libertad deseada,
Mi corazón no se estremece ante batallas.
No viviremos solos, pues moriremos juntos.
Repítelo, sabes lo que somos: ¡Somos uno!

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Si esta noche hemos de morir…
No nos importa.