Las voces
empezaron un día en el campo. Había ido a pasar las vacaciones a un pueblo
perdido de la meseta castellana, con mi familia. Apenas me había apartado diez
metros de ellos cuando las empecé a oí.
Primero fueron
susurros entre los cereales, arrastrados por la brisa. Eran casi inaudibles
súplicas infantiles.
-Por favor,
mamá, por favor, no lo hagas. Por favor, te queremos, por favor.
Miré
alrededor, bajo el sol, con un sudor frío por la espalda que contrastaba con el
calor de aquellas extensiones de terreno. Mis hijos reían un poco más allá,
jugando a los caballeros bajo la sombra de los árboles. El viento se llevó esas
palabras, y creí que lo había imaginado todo. Qué ingenua fui.
La segunda vez
que las oí estaba en el cementerio, frente a la tumba de mi abuelo, fallecido
años atrás. Recordaba sus consejos, su risa, su forma de contar historias. Para
mí era un remanso de paz visitarlo de vez en cuando y depositar junto a su
lápida unas flores, pero ese día las voces me acosaban.
Ya no eran
infantiles ni suplicantes, eran adultas y agresivas. Parecían salir de los
nichos de alrededor, con voz quebrada y desgastada. Casi podía ver los cuerpos
descomponiéndose en sus estrechas cajas, comidos por los gusanos y hundidos en
el olvido, gritándome, aporreando las sepulturas con sus huesos blanquecinos
que aún poseían cierta cantidad de carne que se iba desgarrando y deslizándose
por ellos, cayendo a su alrededor.
-¡Para,
insensata, para!
-¡Los vas a
matar, y te vas a suicidar!
-¡Deja eso!
Por primera
vez me di cuenta de lo que me decían, de a qué se referían con sus gritos
lastimeros. Me miré las manos. Pero me negué a dejar aquello, yo no hacía daño
a nadie, era mi vida, mi futuro, mi destino. Además, ¿cómo me iba a suicidar
con eso? Apenas había posibilidades.
Poco tiempo
después las empecé a oír también en casa, y como siempre las ignoré. Parecían
salir de todos los seres vivos: de las plantas de mi salón, del gato de mis
hijos que ronroneaba a mis pies. Pero siguió empeorando: comenzaron a seguirme
a todas partes, al supermercado, al cine, al trabajo. Y aun así yo no quería
dialogar con ellas, ni entrar en razón, ni pensar sobre ellos. Era mi vida.
Hace una
semana tuve mi primera pesadilla, y la última hasta el momento. Oía desde mi
cama cómo mis hijos se ahogaban en su habitación, tosían, gritaban. Corrí por
el pasillo, un corredor infinito y lleno de sombras amenazantes. Los escuché
intentar abrir la ventana, vi temblar la puerta por la fuerza de sus pequeños
puños.
Cuando llegué
a su altura y abrí reconocí a mis pies al gato muerto. Más allá, sobre la
alfombra roja, mis hijos estaban vomitando una materia negra y viscosa mientras
sus cuerpos se movían por las convulsiones. Al acercarme más para auxiliarlos y
llamar a gritos a mi marido, me percaté de que aquello negro y sanguinolento
eran sus pulmones consumidos por el malvado humo.
Justo entonces
noté las manos de mi marido zarandeándome y escuché cómo salía corriendo de la
habitación. Lo seguí por el pasillo y los dos encontramos a nuestro hijo
pequeño con un ataque de asma que había despertado a su hermano mayor. Era el
que estaba llorando. Llevamos a los dos a urgencias.
Después de que
el doctor nos explicara la posible causa de este primer ataque, volví a mirarme
las manos. Los espíritus me habían avisado de algo y yo no había querido
entender esas letras negras que ahora me miraban desafiantes.
Tiré mi
cajetilla a la papelera más cercana, y ni volví a observar el mensaje porque se
me había quedado grabado a fuego en la mente:
“Fumar
perjudica gravemente su salud y la de quienes le rodean”.
-Fumar produce:
- Cáncer de
pulmón y de garganta.
-Envejecimiento
prematuro de la piel.
-Pérdida de
masa muscular.
-Peor
circulación de la sangre.
-Enfermedades
respiratorias, ateroesclerosis, hipertensión muscular, depresión, dislipemias,
carencias vitamínicas, tumores.
-Alteraciones
de la fertilidad.
-Pérdida de
memoria, insomnio, falta de productividad intelectual y de rendimiento físico.
-Afecta más
negativamente a niños y mujeres embarazadas.
-Ser fumador
pasivo tiene riesgos serios para la salud, pudiendo aparecer enfermedades respiratorias
como el asma y alergias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario