Un día tuve un
estado emocional muy extraño. Rebuscaba entre todas las canciones y no encontraba
la que buscaba. Mi musa me dijo que escribiera algo. Le hice caso. Salió lo que vas a leer a continuación. Así
que se lo dedico a ella. A la que tampoco sabe nada. La que me robó el corazón.
No sabía nada
del mundo,
de su belleza
o desolación,
de lo que me
esperaba fuera,
de la futura
traición.
No sabía nada
del mundo,
de la crueldad
que reinaba,
de las
personas falsas
y las mentiras
lavadas.
Decían que la
ignorancia,
si no conlleva
persecución,
es una etapa
de la infancia
que siempre
encuentra perdón.
Sin embargo,
mi ignorancia,
maldita fuera
para siempre,
me llevaba a
caminos perdidos
en lugares de
mi mente.
Todos los
futuros posibles
siempre eran
ignorados,
todos los
pasados robados
siempre eran
olvidados.
«La historia
la escriben los valientes»
decían los
malditos creyentes.
Y yo lo creía,
hasta que un día
me di cuenta
de que mentían.
No sabía nada
del mundo
porque el
mundo se ocultaba,
porque sentía
miedo humano
a las armas
que llevaban.
No sabía nada
del mundo
porque las
mentiras crecieron,
se regaron y
perduraron
y jamás perecieron.
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