Hace unos días, un
conocido de Twitter comentó que era mejor no darle más bombo a cierta escritora
ultrafamosa conocida en los últimos tiempos por su transfobia reiterada. Al principio parecía que daba igual, porque era una persona que ya había causado una
transformación en el mundo de la fantasía literaria, y cuyas historias eran
seguidas, más de veinte años después, por alumnos de 12 años sedientos de
aventuras. Su capacidad para haber calado en tres generaciones distintas
(generación x, millennials y generación z) me sigue fascinando. Luego fuimos a ver
Google Trends y, tal vez, nos dimos cuenta de que tanto igual no daba: el mayor pico de búsquedas se corresponde al día en el que saltó a los medios la noticia de que tal autora se había quejado en Twitter del grupo semántico
El problema no está solo en que ciertas escritoras y tuiteras utilicen la transfobia como un reclamo para estar en el punto de mira, como podéis ver en los gráficos. El verdadero problema, más profundo aún, es que influyen en parte de la comunidad que se está alimentado, formando y creciendo con las falacias que tales personas crean. Y esta visión tiene repercusiones directas en la vida de las personas trans, pues los discursos academicistas o enmarcados en voces famosas tienen el poder de variar las creencias de gran parte del activismo, siendo este a su vez necesario para erradicar la intolerancia de la sociedad.
En los últimos meses, los
focos de transfobia en España han sido, por una parte, la ultraderecha (VOX[i] y Hazte Oír[ii] principalmente), y por
otro lado las mal llamadas feministas que han decidido excluir a las mujeres
trans del movimiento, normalmente enmarcándose erróneamente dentro del
feminismo radical[iii].
Pese a que están alejados en una escala política, las falacias suelen ser
similares, si no iguales, como veremos más tarde.
Queda decir que no todas
las feministas radicales (ni mucho menos) apoyan este ideario que reduce la
identidad de las mujeres trans a la de «hombres disfrazados». El feminismo
radical, de hecho, parte de la base de que la raíz de toda desigualdad social
es el patriarcado, punto que puede tener en común con otras ramas del
feminismo. Donde suele encontrar su postura enfrentada respecto al resto es al
utilizar el término de «sexo» para explicar toda opresión, y al centrarse en
este aspecto a la hora de formular sus teorías.
En este artículo queremos
desmentir algunas de las falacias que promueven una idea errónea sobre el
colectivo trans y el transfeminismo, a fin de que cualquier persona interesada
en formarse tenga información suficiente.
1.
«Se está desdibujando el sujeto político
del feminismo» o bien «Este lenguaje nuevo nos está borrando del mapa»
El
feminismo transexcluyente suele recabar aquellos casos en los que alguien busca
términos que incluyan a los hombres trans para decir que se está borrando la
palabra «mujer» del feminismo (como en el caso de «personas menstruantes»).
Normalmente esto está relacionado con los temas del aborto y la menstruación,
que también les afectan a ellos. Éticamente, sería difícil argumentar que es
incorrecto incluir en las reivindicaciones a un grupo minoritario y marginado,
como veremos más adelante. Sin embargo, si el miedo real está en el hecho de que
la mujer pueda ser borrada del feminismo, será buena idea comprobar qué se
entiende por feminismo y cuáles son sus reivindicaciones actuales.
Para
el hablante medio, la definición de feminismo sigue siendo «movimiento que
busca la igualdad del hombre y la mujer», como está recogido con pequeñas
variaciones en la mayoría de diccionarios (ASALE, María Moliner, Oxford
Language, SM, Espasa-Calpe, Collins). De hecho, el hablante mal informado suele
creer que lo que propugna el feminismo es «la superioridad de la mujer frente
al hombre». Tales definiciones dan por hecho que el sujeto político del
feminismo es la mujer, pero un lector avispado podría proponer que los
diccionarios, muchas veces, prescriben en vez de describir, y podría ser que el
sujeto del feminismo hubiera cambiado sin que los diccionarios lo hubieran
recogido.
Sobreentiendo que la confusión llega cuando la corriente transfeminista señala que no solamente las mujeres son víctimas del machismo. Esta ola suele incluir temas como el antirracismo, los derechos LGBT o el clasismo, luchas que se consideran íntimamente ligadas al feminismo, ya que se sustentan en el mismo sistema patriarcal. De hecho, filósofos como Martha Nussbaum han argumentado de forma convincente que intolerancias tales como el antisemitismo y la homofobia tienen base en la misoginia, mediante la proyección de prejuicios machistas a estos otros grupos:
El locus classicus de la repugnancia proyectiva dirigida contra un
grupo es el cuerpo femenino. La repugnancia misógina tiene algunos puntos de
partida empíricos que ayudan a explicar por qué esta forma de proyección
aparece con tan monótona regularidad en casi todas las sociedades. Las mujeres
dan a luz, por lo que están estrechamente vinculadas a la continuidad de la
vida animal y a la mortalidad del cuerpo. Ellas también reciben semen (…). En
relación con estos hechos, a menudo se imaginó a la mujer como blanda, pegajosa,
fluida, olorosa, débil, cuyo cuerpo se asociaba a una zona sucia de polución
(…).
Así, la nariz judía fue ampliamente
vinculada a la condición animal (…), a los olores y la sexualidad femenina,
incluso a la menstruación; se creía que los judíos tenían un olor distinto y
repulsivo, a menudo comparado con el supuesto olor de una mujer durante su
periodo menstrual.
Por otra parte, la presencia de un
hombre homosexual en el barrio inspira el pensamiento de que uno mismo podría
perder su estado puro de seguridad, convertirse en el receptáculo de esos
productos animales. Así, la repugnancia es, en esencia, repugnancia a la propia
penetrabilidad y viscosidad imaginadas, y por ello que el hombre homosexual es
consdierado tanto con repugnancia como con temor, como un depredador que podría
tornar repugnantes a todos[v].
En
esta línea de pensamiento, Klaus Theweleit, sociólogo alemán, explica en su
estudio sobre los Freikorps (Male
Fantasies, 1989) que la vergüenza ante la debilidad, identificada con lo
femenino, es muchas veces utilizada contra otros grupos (como hemos señalado
anteriormente, judíos y minorías sexuales, y en el caso de los Freikorps,
contra los comunistas). Estos grupos son vistos como una amenaza a la identidad
masculina dominadora, de forma que se cree que tales grupos amenazan la salud,
los valores, el ser, la familia, etc. En la mentalidad nazi, se contraponía al
«hombre alemán», relacionado con imágenes de metal y maquinaria (al estilo de
la vanguardia futurista), con el «barro femenino-judío-comunista fluido y
maloliente»[vi].
Como
hemos visto, las luchas tienen factores correlacionados. El hecho de que una
rama del feminismo exija que solamente se luche por un tipo de mujer (blanca,
cisgénero, de clase media, heterosexual) es una mera falacia del falso dilema:
se presenta la idea de que o buscas únicamente los derechos de ese prototipo de
mujer, o no conseguirás nada. Nada más lejos de la realidad: se debe luchar
contra toda la maraña de problemas sociales, sin excluir a gran parte de la población de grupos minoritarios o en
riesgo de exclusión.
Debemos
entender que el género es una variable que está intrínsecamente unida a otras,
como la etnia o la clase social, por lo que lo común es que los grupos se vean
atravesados por diversas violencias, sin que estas se puedan reducir en base a
una única idea. Toda lucha es importante y debe ser considerada, pues no es lo
mismo ser una mujer racializada trans de clase baja que una mujer no
racializada cis de clase alta, aunque haya opresiones compartidas.
2. «Las mujeres trans son hombres (y eso debe preocuparnos porque los hombres son siempre violentos)»
En cuanto a la afirmación de la violencia intrínseca de los hombres, también
hay estudios (biológicos, sociológicos y psicológicos) que sostienen que tiene
más peso la educación que la mera biología. Es decir, que tiene más peso el
género y sus roles que el sexo (considerando que el
sexo son todas aquellas características que diferencian a los individuos
separándolos en masculinos y femeninos, lo que incluye el sexo cromosómico, el
gonadal y el fenotípico; mientras que el género es una construcción social
compuesta por la identidad de género, que es la identificación propia de la
persona, y por otra los roles de género, que son los papeles que la sociedad
asigna a cada identidad).
En Educando a Caín: cómo proteger
la vida emocional del varón (1999), dos psicólogos clínicos estadounidenses,
Dan Kindlon y Michael Thompson, exploran de dónde puede venir esta agresividad.
Descartan que se deba a la testosterona, pues los niños y las niñas tienen
niveles parecidos antes de la adolescencia, pese a que el porcentaje de
agresiones físicas difieran enormemente. Esto fue confirmado de nuevo en 2019,
con un estudio de la UPV/EHU que mostraron que la
agresividad está relacionada con el cortisol, la hormona asociada al estrés[vii].
Kindlon y Thompson afirman que uno de los grandes problemas es que los
niños son «emocionalmente iletrados», pues mientras que a las niñas se las
alienta a expresar emociones, a ellos se les da una respuesta breve quitando
importancia a sus sentimientos. Como hemos señalado anteriormente, el machismo
tilda a las mujeres de «débiles», en parte por su gestión emocional, y a los
niños que exploren su mundo interior y expresen su vulnerabilidad se les
rebajará al nivel de mujer u homosexual. Con esta negación de sentimientos, es
altamente probable que los niños se depriman o se carguen de ira. Todo esto se
verá reforzado igualmente durante la adolescencia y la adultez: es
especialmente problemático que se denigren todas las partes de la personalidad
que se ven como femeninas: la necesidad, la tristeza y la compasión.
Queremos aclarar que toda esta cultura también está, claramente,
afectando negativamente a las mujeres y niñas, ya que lo que se desprecia de
los hombres son características que se creen, muchas veces, intrínsecas de
ellas. Además, son ellas las principales víctimas de la pobre gestión emocional
y las expectativas masculinas. El documental La máscara en la que vives (2015) explica perfectamente todo lo
mencionado.
Por otra parte, Neus Olivé y Lorena Martín relacionan la (en general)
falta de violencia extrema en las mujeres no solo por su mayor gestión de
emociones, sino también por su recluimiento histórico al ámbito privado. A lo
largo de la historia, las mujeres han participado en revueltas generalmente
relacionadas con la supervivencia de su familia, estando muy presentes en las
revueltas alimentarias de la Europa del siglo XVIII (protestas de Sant Feliu de
Lobregat, la guerra de las harinas de París, etc)[viii]. Salvo estos casos, relacionados en parte a los cuidados, la violencia
femenina ha sido ejercida mayoritariamente de manera particular e individual,
normalmente en el marco doméstico[ix].
Bien es cierto que la violencia ejercida por mujeres se ve socialmente
como algo más negativo y subversivo que la ejercida por hombres. Este prejuicio
no recae solamente sobre las mujeres cisgénero; a muchas trans se les niega la
identidad por tener alguna conducta violenta, que también sería reprimida en
una mujer cis, pero sin negar de ninguna forma que sea una mujer.
3. «Las mujeres trans son hombres se hacen pasar por mujeres para entrar en espacios femeninos y violar. No sufren violencia machista ni opresión, y se aprovecharán de las leyes para evitar condenas por violencia de género»
Esta afirmación es tan
específica, que lo lógico sería que lo tuviera que demostrar quien lo afirmase.
Cuando se hace esto, se suelen apresurar a buscar casos de mujeres trans que
hayan cometido delitos sexuales. Queremos partir de la base totalmente
innegable de que, obviamente, en cualquier colectivo oprimido sigue habiendo
violadores y maltratadores. Y la segunda verdad incuestionable es que
actualmente los hombres cis violan más que las mujeres cis, y las mujeres cis son
muchas más veces las víctimas.
Comprobemos los datos: La macroencuesta de violencia contra la
mujer de 2015, llevada a cabo por el Ministerio de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad de España, señala que un 13,7% de las mujeres mayores de 16
años residentes en España han sufrido violencia sexual. En el 97,3% de los
casos los agresores fueron hombres. Y resulta alarmante que el 46% de los
violadores sean conocidos o amigos de la víctima, un 20% sean familiares y el
resto, un 18%, desconocidos[x]. Igualmente, el Anuario Estadístico de 2015 del
Ministerio de Interior de España recoge que las mujeres son víctimas de
agresión sexual con penetración diez veces más que los hombres[xi].
Se calcula que el colectivo trans es alrededor del el 0,1%-0,6% de la población[xii]. Así dicho, podríamos
hablar de entre 23.000 o 138.000 mujeres trans en España. Sin embargo, el
número de personas trans (hombres y mujeres) que realizaron los trámites
legales fue solamente del 1.676 (años 2012-2016).
Esperamos que con estos datos, que podéis
contrastar, hayamos dejado claro que las mujeres cis y las mujeres trans forman
parte de colectivos oprimidos, y las segundas, también a un colectivo
minoritario. Situarlas al mismo nivel de privilegios que los hombres es ilógico
por lo que acabamos de ver. Pero además, categorizar a las mujeres trans de
«hombres violadores» y «maltratadores que evitan las condenas» no es solo una
generalización apresurada, sino una forma de pánico moral.
Hablamos de pánico moral
cuando se hace blanco a un grupo porque se cree erróneamente que es un peligro
grave e inminente para la sociedad. Este término se remonta a 1972, cuando
Stanley Cohen lo describió en su libro Folk
devils and moral panics: the creation of the mods and rockers. En él se
detalla cómo en Clacton (Inglaterra), un grupo de jóvenes aburridos en
bicicleta se dedicaron a romper ventanas y dispararon un arma al aire. Los
periódicos locales, sin nada que contar, exageraron el hecho, diciendo que fue
un «Día de terror perpetrado por grupos en motoneta» o «Chumas aullantes crean
una orgía de destrucción». Las noticias inventan que hay dos bandas
enfrentados, por lo que algunos menores de edad fueron detenidos durante tres
semanas por desperfectos menores, y un joven sin antecedentes pasó tres meses
en un centro de detención por arrojar un maletín.
En la sociedad actual,
los pánicos morales siguen existiendo, principalmente contra las personas
racializadas (especialmente las árabes y gitanos en España) y contra el colectivo LGBT
(principalmente, contra hombres gays y mujeres trans). Se promueve sobre todo
desde la ultraderecha la imagen de que los árabes musulmanes y el colectivo
LGBT violan y pervierten a los niños.
Aún hoy en día, la
homofobia recalcitrante de las redes sociales sigue señalando que los hombres
gays son pederastas que pervierten a la juventud. A veces nos olvidamos de que
las redes son solo un reflejo de la realidad y negamos que se lleven actos a
cabo siguiendo esos ideales, pero basta con buscar un poco para descubrir casos
como el de 2018, en el que hombres homosexuales eran amenazados para que
confesaran (falsamente) que querían tener sexo con menores[xvi]. Estas ideas son también
alimentadas desde instituciones como la Iglesia Católica[xvii], con las consecuentes
cifras en acoso escolar (un 50% de las personas LGBT lo sufre)[xviii] y agresiones físicas
dirigidas principalmente hacia jóvenes gays (se calcula que solo en Madrid, hay
una agresión homófoba al día)[xix].
La política española ha estado además rodeada de mensajes racistas y xenófobos que aseguraban que los refugiados de países islámicos venían para violar a mujeres europeas, o bien que la mayor parte de las violaciones provenían de estos hombres[xx] y que había que desconfiar de ellos[xxi]. Esto ha provocado que comenzaran a circular bulos que las agencias de información han tenido que desmentir[xxii]. Estos pánicos morales no son únicos del territorio español. Si nos fijamos en Estados Unidos, veremos a un presidente que afirma que los mexicanos son unos violadores[xxiii], cuando es él mismo, un hombre blanco y de clase social alta, quien está acusado por dieciséis mujeres distintas de violencia sexual[xxiv]. Además, tal país tiene una trayectoria arraigada de los grupos ultrarreligiosos a, que llegan a afirmar cosas como que «research confirms that homosexuals molest children at a rate vastly higher than heterosexuals, and the mainstream homosexual culture commonly promotes sex with children», cuando los estudios actuales son incapaces de relacionar homosexualidad y pederastia.
La acusación de que las mujeres trans son hombres violadores o maltratadores encaja perfectamente con estos ejemplos que hemos señalado de pánicos morales. Se elige un colectivo minoritario u oprimido y, sin pruebas (e incluso con todos los datos en contra) se les acusa de actos delictivos de los que no son culpables y, en el caso de las mujeres trans, no solo no culpables, sino incluso víctimas.
4. «No se tiene que pasar ninguna prueba para que acepten la reasignación de género, y eso es peligroso porque hombres cis se harán pasar por mujeres trans».
En
España, me remito a la información del Ministerio de Justicia sobre los documentos
que hay que aportar para realizar el cambio de sexo en el registro civil[xxv]:
Certificado de empadronamiento.
Certificación literal de la
inscripción de nacimiento.
Fotocopia del DNI.
Informe de médico o psicólogo
clínico que haga referencia, uno, a la existencia de disonancia entre sexo
inscrito y la identidad de género sentida o sexo psicosocial y a la estabilidad
y persistencia de la disonancia y, dos, a la ausencia de trastornos de
personalidad que pudieran influir de manera determinante en la existencia de la
disonancia.
Bien
es cierto que la Ley Trans lo que busca es que no sea necesario presentar el
informe psicológico, que implica también pasar por hormonas durante un mínimo
de dos años. La idea de eliminar tales restricciones es abalada por organismos
como las Naciones Unidas o el Consejo de Europa. Desde estas organizaciones se
exige que se reconozca legalmente la identidad de género de las personas trans «mediante
un proceso administrativo sencillo basado en la autoidentificación, sin requisitos
abusivos como la obligación de presentar un diagnóstico médico, someterse a
esterilización o tratamiento o divorciarse»[xxvi].
Aunque
se haya demostrado que evitar este proceso mejora la salud mental de las
personas trans, sobre todo al dejar de considerar su condición como una
«enfermedad»[xxvii],
hay sectores dentro del feminismo y la ultraderecha que, de nuevo, utilizan el
pánico moral para señalar que un proceso más sencillo sería utilizado de forma
fraudulenta, lo que ya hemos rebatido. Igualmente, puede ser un buen momento
para observar qué ha ocurrido en las ocho comunidades autónomas españolas que
ya tienen una ley trans, a saber, Andalucía, Navarra, Comunidad Valenciana,
Aragón, Madrid, Islas Baleares, Extremadura y Murcia[xxviii]. Y la conclusión es
que no ha ocurrido nada de lo que dicen las feministas transexcluyentes (principalmente, se centran en la falacia del aumento a mujeres cis en baños públicos y cárceles).
Tal
vez debido a la inverosimilitud de que un grupo tan marginado sea tan
problemático, en los últimos tiempos a veces se han centrado en señalar que
verdaderos hombres cis se harían pasar por mujeres trans, sobre todo para que
las transfieran de módulos en las cárceles y poder seguir agrediendo
sexualmente a mujeres. En este sentido, se está asegurando que se utilizarán
las leyes que garantizan los mismos derechos a las personas trans que al resto
de la ciudadanía para un beneficio propio, que además es un acto delictivo e
inmoral. Para desmontar esta segunda idea se debe tener cierto conocimiento
sobre cómo funciona el sistema judicial español, en este caso.
Partimos de la base de
que cualquier ley puede ser utilizada de forma fraudulenta, por lo que hay
otros mecanismos jurídicos para remediar tales errores. En el artículo 11.2 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial, que regula el estatuto jurídico, se recoge
que «Los Juzgados y Tribunales rechazarán fundadamente las peticiones,
incidentes y excepciones que se formulen con manifiesto abuso de derecho o
entrañen fraude de ley o procesal»[xxix]. El abuso de derecho
consiste en sobrepasar los límites de tus derechos; el fraude de ley, en
ampararte en una ley intentando eludir otra; y el fraude procesal se basa, en
un procedimiento judicial, en manipular las pruebas en las que vas a basar tus
alegaciones.
Si cualquier persona
tuviera interés en beneficiarse indebidamente de una protección que no está
dirigida para ella, incurriría en un delito que podría ser procesado. De la
misma forma ocurre con el resto de leyes registradas en el Estado Español. No
sería lógico retirar todos los beneficios legales que protegen los derechos en
el país con el argumento de que pueden ser sobrepasados o utilizados
fraudulentamente, pues con esa idea, simplemente no se podría legislar sobre
nada.
5. «TERF
es un término incorrecto que se utiliza como insulto»
Partimos
de la aceptación mutua de que «TERF» son las siglas de «Trans-Exclusionary
Radical Feminism», es decir, «feminismo radical transexcluyente». Nadie parece
discutir que la parte de feminismo radical sea incorrecta, el problema llega
cuando hablamos de si es, o no es, transexcluyente. Las feministas calificadas
con tal apelativo suelen defenderse diciendo que no pueden estar excluyendo a
las personas trans si aceptan a los hombres trans; pero simplemente no podemos
creer que tales feministas no estén entendiendo en realidad de lo que se les
acusa, sino que no tienen forma lógica de defenderse.
En
cuanto a si es un insulto o no, esa consideración debe basarse sobre todo en la
pragmática, rama de la lingüística que estudia cómo el contexto influye en el
significado de una palabra. Las definiciones de insulto que se manejan
simplemente en semántica («[Acto de] ofender a alguien provocándolo e
irritándolo con palabras o acciones»[xxx]) resultan ser demasiado
ambiguas o generalizadoras.
Para
asentar unas bases, creemos que es innegable que el insulto debe ser en primer
lugar una palabra que puedas relacionar con una característica atribuible a un
ser humano (es sencillo entender que no puedes insultar a alguien llamándolo
«silla» o «lluvioso», a no ser que lo utilices de forma metafórica y entonces
sí pueda ser atribuible). Es ya más discutible que algo sea insulto o no por la
intención del emisor o por la interpretación del receptor:
El significado
[del insulto] pretende, por denotación o connotación, ser
injuriante u ofensivo
para el hablante,
para el oyente
o para un
tercero. A menudo, el
significado literal de la expresión
es inofensivo (véase nabo, banana)
y es la intención (codificada por el uso social,
naturalmente) la que resulta definitoria. Existen, de todos modos, insultos
indeseados: suele ocurrir que alguien se sienta insultado pese a que el emisor
jure y perjure que no ha sido esa su intención.
Hay palabras que empiezan a ser insultos en un determinado momento y
también insultos que dejan de serlo,
e incluso, sincrónicamente, palabras
cuyo valor como
insulto depende esencialmente de
las circunstancias, del tono o de la relación de los interlocutores. Es que los
insultos constituyen una de las zonas más activas y vitales de nuestro léxico;
el vincularse con la expresión de la subjetividad,
se trata, además, de
un vocabulario sujeto
a variación social, etaria, geográfica e individual[xxxi].
Christopher
Davis y Elin McCready afirman que hay tres aspectos que un término debe cumplir
para considerarse un insulto: que semánticamente invoque un concepto que se
pueda utilizar para menospreciar a un grupo en particular, que tal menosprecio
funcione para subordinarlos dentro de una estructura de relaciones de poder y
que tal grupo esté definido por una característica intrínseca[xxxii]. No concluyen que TERF
lo sea porque cumple la primera condición, la segunda queda en duda y falla la
tercera.
Como
vemos, es un fenómeno con peso un fuerte peso no solo del emisor e
interlocutor, sino sobre todo del contexto, incluyendo el contexto social. De
hecho, hay lingüistas como Marisela Colín Rodea que consideran que los insultos
son significados socialmente convenidos como negativos, y que varían de una
comunidad a otra, lo que es visible en español, pues lo que es insultante en
España puede no serlo en México[xxxiii]. Lo que se ha
convenido es que el insulto no tiene como única motivación «agredir» o «dar
rienda suelta a nuestras emociones», sino que puede marcar la defensa del punto
de vista del emisor (denunciar, desautorizar) o inducir fuerza en el discurso[xxxiv].
El
término que nos atañe parece poder ser utilizado como insulto dependiendo del
contexto. De hecho, Deborah Cameron se dedica en un artículo a señalar que en
los tuits, «TERF» suele estar acompañado de insultos o amenazas[xxxv], lo que demuestra que
no vale la palabra en sí misma: en cualquier caso, sí parece demostrado que
haya cogido carga connotativa negativa en las redes sociales anglosajonas. Con
un vistazo rápido a las hispanohablantes, se puede visualizar perfectamente que
hay un amplio sector que utiliza las siglas como mera definición de un
subgrupo.
Queda señalar respecto a este hecho que no somos partidarios de ejercer la violencia por redes sociales, pero sí conscientes de que los movimientos activistas la utilizan en sus lemas continuamente. Conocidas son, y coreadas, frases del estilo «Ante la duda, tú la viuda»[xxxvi] o «Macho violador al triturador»[xxxvii], que también han sido señaladas como discursos de odio por parte de hombres que se han sentido aludidos. Es probable que sea más común criticar los insultos si vienen de una mujer debido a la idea de que esta no debe utilizar expresiones descorteses, ligando este estereotipo a otro que identifica como rasgo femenino la cortesía y la empatía[xxxviii]. «TERF» no es el nuevo «bruja» ni el nuevo «feminazi», porque ambos términos se han dirigido históricamente a las mujeres con el fin último de coartar sus libertades y discriminar, mientras que TERF se sigue utilizando para señalar actitudes tránsfobas, con el fin de proteger a todas las mujeres, no solo las normativas.
6. ¿Pero
por qué es importante hablar de esto en redes sociales?
Volvemos a rescatar un
porcentaje del que hemos hablado anteriormente. El colectivo trans se calcula
que es alrededor de entre el 0,1% y el 0,6% de la población, y gran parte de él
está, asumiblemente, dentro del armario. Muchas personas no son conscientes de
conocer a alguien que forme parte de tal colectivo, por lo que su única fuente
de información es lo que dicen los medios y lo que dicen las redes sociales.
En los medios de
comunicación, la representación trans ha sido absolutamente marginal hasta hace
unos pocos años, apareciendo comúnmente de forma morbosa en el ámbito de los
sucesos, relacionándose con los asesinatos y la prostitución. De hecho, surgen
cuatro problemas con la representación de las personas trans en los medios:
El
incorrecto nombramiento y clasificación sexual del objeto del que se informa
–optando por el nombre de nacimiento en vez de por el elegido por el propio
sujeto y clasificándole sexualmente desde fuera en base a su fenotipo en
general y sus genitales en particular en vez de por la identidad sexual
expresada desde dentro–, la representación equivocada de la transexualidad –
confundiéndola con el travestismo o la homosexualidad, entre otros–, la
presentación de este hecho de diversidad sexual como un embaucamiento
–sugiriendo que esta persona pretende ser de un sexo del que en realidad no es
y cuya imagen estereotipada es la de un hombre gay embaucador– y la
sexualización de los cuerpos de estos hombres y mujeres –tanto centrándose más
o menos explícitamente en sus genitales como fuente de su identidad sexual como
describiendo especialmente a las mujeres en situación de transexualidad como
personas con un gran apetito hedónico[xxxix].
Por suerte, últimamente
han surgido series con buena representación de personas transgénero (Orange Is The New Black [2013], The OA
[2016], One Day At A Time [2017], Veneno [2020]), pero sigue siendo un
problema que en las películas más conocidas sobre mujeres trans (Desayuno en Plutón [2005], Dallas Buyers
Club [2013], La chica danesa [2015]), estas sean representadas por hombres
cis. En Disclosure: Trans Lives on Screen
(2020), relacionan esta representación directamente con los prejuicios
señalados a lo largo de este artículo, comenzando por que las mujeres trans son
hombres «disfrazados», lo que lleva a un sinnúmero de violencias en la vida real.
Es por esto, porque
hablamos de un colectivo víctima de diversas violencias, que resulta importante
tener una idea clara y certera de quiénes conforman ese colectivo, qué y qué no
son. Las ideas agresivas o erróneas vertidas en redes contra las personas trans
contribuyen a la estigmatización, la patologización y las agresiones directas.
Se hace importante intentar educar en la tolerancia, sin olvidar que se deben
tomar acciones legales para proteger al colectivo.
«Si la racionalidad pública y la igual
protección de la ley significan algo, debe ser que el mero temor y la aversión
no son bases suficientes para una ley que niega los derechos básicos. Una
defensa atenta de la protección de las leyes igualitarias es un compromiso
mínimo para una sociedad decente en lo que se refiere a la protección de grupos
impopulares de los efectos dañinos del estigma y los temores asociados».
Martha Nussbaum
Bibliografía
citada
[i] Alicia Rubio, «La última ”salvajada” de la diputada más
ultra de Vox sobre los niños gays», Público,
2019. https://www.publico.es/tremending/2019/11/18/alicia-rubio-la-ultima-salvajada-de-la-diputada-mas-ultra-de-vox-sobre-los-ninos-gays/
[ii] Amara Santos, « El autobús contra la transexualidad de Hazte Oír
vuelve a recorrer las calles de Madrid», El
País, 2017. https://elpais.com/ccaa/2017/06/06/madrid/1496747297_464939.html
[iii] Carlota E. Ramírez, «Lidia Falcón: "Las mujeres trans son
unos seres extraños"», Huffington Post, 2020. https://www.huffingtonpost.es/entry/lidia-falcon-las-mujeres-trans-son-unos-seres-extranos-que-deciden-ser-mujer_es_5e56c9a2c5b68f79fdc436e6
[iv] Partido feminista de España: https://partidofeminista.es/quienes-somos/
Comisión 8M: https://hacialahuelgafeminista.org/comision/
Afroféminas: https://afrofeminas.com/
Asociación Clara Campoamor: https://asociacionclaracampoamor.wordpress.com/quienes-2/
Fórum Feminista María de Maetzu: http://www.forumfeministamariademaeztu.org/
Fundación Mujeres: http://www.fundacionmujeres.es/
[v] Martha Nussbaum, El ocultamiento de lo humano. Repugnancia,
vergüenza y ley, Katz Conocimiento, 2006, pp.134-137.
[vi] Ibid, p.160.
[vii] «Desvinculan la testosterona de la agresividad infantil y la asocia a la
hormona del estrés», Infosalus, 2020. https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-desvinculan-testosterona-agresividad-infantil-asocia-hormona-estres-20190416110908.html
[viii] Neus Olivé, «Pasado apetente,
presente jactancioso», Putas e insumisas,
Virus Editorial, 2017.
[ix] Lorena Martín, «Perversiones de
género: mujeres asesinas, la construcción histórica de “chicas malas”», Putas e insumisas, Virus Editorial,
2017.
[x] Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, «Macroencuesta
de violencia contra la mujer 2015. Avance de resultados», Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales
e Igualdad, 2015.
Amnistía Internacional, «Datos y cifras de la violencia
sexual», 2018. https://www.es.amnesty.org/fileadmin/noticias/Datos_y_cifras_VS.pdf
[xi] Ministerio de Interior, «Anuario
estadístico del Ministerio de Interior», Catálogo de Publicaciones de la
Administración General del Estado, 2016. http://www.interior.gob.es/documents/642317/1204854/Anuario-Estadistico-2015.pdf/03be89e1-dd38-47a2-9ce8-ccdd74659741
[xii] Gires, «Gender Variance in the UK:
Prevalence, Incidence, Growth and Geographic Distribution», 2009.
Mary Ann Horton, «The
Incidence and Prevalence of SRS Among US Residents», 2008. https://es.scribd.com/document/218829232/2008-The-Incidence-and-Prevalence-of-SRS-Among-US-Residents
Gary J. Gates, "How
many people are lesbian, gay, bisexual, and transgender?", William
Institute, 2011. https://es.scribd.com/doc/218812742/2011-How-Many-People-Are-Lesbian-Gay-Bisexual-and-Transgender
[xiii] Laura Olías, «El 62% de los
transexuales europeos ha sufrido acoso y el 54% se ha sentido discriminado», El Diario, 2014. https://www.eldiario.es/sociedad/transexuales-europeos-haberse-sentido-discriminado_1_4472607.html
[xiv] La Vanguardia, «Alrededor del 50%
de las personas transexuales ejercen "en algún momento" la
prostitución, según un estudio», La
Vanguardia, 2012. https://www.lavanguardia.com/20120906/54347065385/alrededor-del-50-de-las-personas-transexuales-ejercen-en-algun-momento-la-prostitucion-segun-un.html
[xv] Servimedia, «España es el segundo
país europeo con más asesinatos a personas transexuales», 2019. https://www.servimedia.es/noticias/1174852
Telemadrid, «Aumentan un 13,5% los transexuales
asesinados en todo el mundo», 2018. http://www.telemadrid.es/noticias/sociedad/Aumentan-transexuales-asesinados-mundo-0-2074892494--20181209125207.html
[xvi] La Vanguardia, «Piden 21 años a 2
jóvenes que obligaban a gays reconocer actos de pederastia», 2018.https://www.lavanguardia.com/vida/20180118/44101259075/piden-21-anos-a-2-jovenes-que-obligaban-a-gays-reconocer-actos-de-pederastia.html
[xvii] ABC, «El Vaticano vincula la
homosexualidad con los actos de pedofilia», 2010. https://www.abc.es/sociedad/abci-vaticano-vincula-homosexualidad-actos-pedofilia-201004120300-14047228295_noticia.html
[xviii] Virginia Martínez, «Más de la mitad de los menores LGTB sufre
acoso escolar en las aulas», El País,
2016. https://elpais.com/politica/2015/12/30/actualidad/1451496841_566638.html
[xix] Javier Barroso, «Una agresión homófoba al día en la región», El País, 2019. https://elpais.com/ccaa/2019/04/07/madrid/1554646483_517939.html
[xx] I. Trujillo, «Abascal sobre las "manadas":
"Cuando los agresores son musulmanes nadie se acuerda de la mujer"», La Razón, 2019. https://www.larazon.es/espana/abascal-sobre-las-manadas-cuando-los-agresores-son-musulmanes-nadie-se-acuerda-de-la-mujer-JE24463309/
[xxi] RTVE, «El arzobispo Cañizares pregunta si en la "invasión" de
inmigrantes y refugiados es "todo trigo limpio"», 2015. https://www.rtve.es/noticias/20151014/arzobispo-canizares-pregunta-si-invasion-inmigrantes-refugiados-todo-trigo-limpio/1238622.shtml
[xxii] EFE, «El bulo sobre los miembros de la Manada de Manresa: ni menas ni
musulmanes», 2019.
[xxiii] Elías Camhaji, «Los 10 insultos de Donald Trump a México», El País, 2016. https://elpais.com/internacional/2016/11/08/mexico/1478629803_395711.html
[xxiv] El Plural, «La infame respuesta de Donald Trump a la
mujer que lo acusa de violación: "No es mi tipo"», 2019. https://www.elplural.com/politica/la-infame-respuesta-de-donald-trump-a-la-mujer-que-lo-acusa-de-violacion-no-es-mi-tipo_219264102
[xxv] Ministerio de Justicia, «Trámites
para la rectificación registral del sexo en el DNI». https://www.mjusticia.gob.es/cs/Satellite/Portal/es/servicios-ciudadano/tramites-gestiones-personales/rectificacion-registral-sexo?param1=2
[xxvi] Naciones Unidas, «Campaña libres e
iguales». https://www.unfe.org/es/transvisibility-2/
[xxvii] Mas-Grau, « Del transexualismo a
la disforia de género en el DSM. Cambios termilógicos, misma esencia
patoligizante», Revista Internacional de
Sociología, 75 (2).
[xxviii] Álvaro Minguito, «Doce leyes en ocho comunidades recogen ya la
autodeterminación de género que cuestiona ahora una parte del PSOE», El Salto, 2020. https://www.elsaltodiario.com/lgtbiq/leyes-autonomicas-trans-lgtb-autodeterminacion-genero-documento-interno-psoe
[xxix] Boletín Oficial del Estado, «Ley
Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial».
[xxxi] Laura Malena
Korfled, «Gramática y política del insulto», La Revista Barcelona, Universidad Nacional de General Sarmiento,
2011.
[xxxii] Christopher Davis and Elin
McCready, «The Instability of Slurs», University of the Ryukyus and Aoyama
Gakuin University, 2018
[xxxiii] Marisela Colín
Rodea, «Modelo interpretativo para el estudio del insulto», Estudios de
Lingüística Aplicada, 2005, p. 20.
[xxxiv] Ibid, p. 23.
[xxxv]Deborah Cameron, «What makes a word a slur?», 2016.
https://debuk.wordpress.com/2016/11/06/what-makes-a-word-a-slur/
[xxxvi] Aitor Sancho, «Ante la duda, tú la
viuda», El Correo, 2012. https://www.elcorreo.com/vizcaya/v/20121126/alava/ante-duda-viuda-20121126.html
[xxxvii] La Crónica de Salamanca, «“Macho violador, al triturador”», 2017.
https://lacronicadesalamanca.com/187311-macho-violador-al-triturador/
[xxxviii] Cristina
Tabernero, «Pragmática del insulto: de la prescripción al uso en la agresión
verbal entre mujeres», Hipogrifo:
Revista de Literatura y Cultura del Siglo de Oro,
2019.
[xxxix] Rubén Olveira Araujo, Rubén,
«Trans en los media: Un estudio comparativo piloto del tratamiento de la
transexualidad en la prensa generalista y los medios de comunicación
digitales», Mediatika, 17, 2019. http://ojs.eusko-ikaskuntza.eus/index.php/mediatika/article/view/862/834