NOTA: Esto fue
un «paréntesis» para una «filóloga pontencial» (¡no reprimida!) que escribí el
año pasado. Ella sabe quién es. Mando saludos. Mis opiniones en este tema no
han cambiado desde entonces: se lo quiero dedicar a todos aquellos que se
enfrentan a la PAU, a recuperaciones o…a cualquier tipo de examen.
En esta
sociedad tan competitiva parece que lo único importante es el dinero: «Compra,
compra para ser feliz (jeje, pringado, ¡es mentira! Solamente queremos tu
pasta)» o «¿Qué tengo que hacer para vivir? Estudiar, trabajar, trabajar para
vivir, para tener dinero, poseer capital para poder sobrevivir, perder mi vida
entre días de estrés y miedo para tener euros, morir sin haberme atrevido a
vivir».
Gracias a los
dioses, a un iluminado se le ocurrió sentenciar que «el dinero no da la
felicidad». Tenemos este problema resuelto. Pero déjame llevar ahora este
ejemplo a otro lugar.
El instituto,
o la universidad, es una microsociedad donde a veces parece que las notas son
lo único que cuenta, junto con la popularidad. Déjame ser el inspirado aquí y
decir que «las notas no lo son todo en la vida».
Sé que un 10
puede hacerte bailar de alegría, o un 0 tirarte desde el acantilado más alto,
donde parece que la luz desaparece y solamente reinan las tinieblas. Sé que
creer ver la defraudación en los ojos de tus profesores, padres o compañeros es
como un navajazo en tu alma, y ver su felicidad ante tu trabajo un bálsamo
curativo.
Llegados a
este punto, veo varios problemas. El primero, que las notas se comportan como
el dinero: con mucho puedes llegar alto, pero también ser infeliz. La
felicidad, al fin y al cabo, no depende de ello.
En segundo
lugar, que considero totalmente ilegítimo que alguien, por poderoso que sea,
por mucho que lo quieras, decida ponerte un listón a una altura difícil,
inalcanzable o imposible. No es justo tener que superar, además de nuestros
propios retos, los que otros han decidido por nosotros.
Y hay algo
curioso aquí: las personas nos equivocamos al juzgar. El gran Bécquer fue
rechazado en su época, mientras ahora todos lo tenemos que estudiar como un
escritor de prestigio. El ámbito académico es algo tan impreciso para saber si
alguien es un genio como…un ladrillo. A ver, ladrillo, dime, ¿este alumno
llegará a algún lugar? ¿Debemos desmotivarlo por el camino? Podemos decirle que
los exámenes serán imposible para que abandone. ¿Lo hacemos?

Tercer
problema: vale que las notas determinan el futuro (las de la PAU para entrar en
determinada carrera, las de la universidad para conseguir determinadas becas)
pero existen cosas el triple de importantes. Justicia, igualdad y tolerancia
como derechos a conseguir; motivaciones, sueños y anhelos por los que luchar;
entusiasmo, amor y alegría como sentimiento sublimes.
Y las
personas. No te puedes olvidar de las personas. Incluso cuando parece que el
universo entero de ha dejado de lado, hay alguien que desearía consolarte y
compartir su tiempo contigo. Alguien que en algún momento balanceará tu alma
entre sus manos y a quien se le iluminarán los ojos al verte sonreír.
Hazme caso.
Los estudios son importantes, pero no lo son todo en la vida. Deberías sentir
orgullo por ser la persona que eres. Si te has esforzado, tu conciencia debería
estar tranquila. Sé valiente. Sé feliz.
PD. La PAU no es tan difícil como la pintan, si estudias apruebas :)
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