1. ¿Por qué participan países que no son
europeos, y desde cuándo ocurre esto?
Al escuchar el nombre del certamen,
«Festival de la Canción de Eurovisión», lo lógico es pensar que es un evento
organizado por las distintas televisiones de los países europeos. Sin embargo,
esto no es del todo correcto. Ciertamente, depende de la Red de Distribución de
Televisión de Eurovisión, pero esta depende a su vez de la Unión Europea de
Radiodifusión. Esta es la clave: los países que pueden participar no son
solamente los europeos, sino todos aquellos que están dentro del Área de
Radiodifusión Europea.
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En amarillo, países que actualmente pueden participar en el certamen |
Desde el comienzo del festival, en el
año 1956, puede participar cualquier país perteneciente al Área de
Radiodifusión Europea, pero bien es cierto que comenzaron los países del centro de Europa,
y que tuvimos que esperar hasta 1973, con la participación de Israel, para ver
la actuación de un país no europeo. Posteriormente, en 1980, participó
Marruecos, pero no continuó en el certamen. Sí participan actualmente Armenia
(2006), Georgia (2007) y Azerbaiyán (2008).
2. Entonces, ¿por qué puede participar
Australia?
Con motivo del
60º aniversario del certamen, en el 2015, la Unión Europea de Radiodifusión
invitó a Australia a participar debido a que se llevaba retransmitiendo el
festival en tal país desde 1983 y tenía una base muy importante de
espectadores. Quiero hacer una pausa aquí: las nueve de la noche en España, que
es cuando vemos el certamen, son las seis de la mañana en la capital
australiana. Pese a esto, se conseguía una cuota de 2,7 millones de
espectadores (la población total australiana es de 25 millones).
En un principio, Australia iba a participar
solamente ese año, por lo que pasó directamente a la final, sin que esto
implicase quitar ninguna plaza a otros países: la final contó con la
participación de 27 en vez de 26 canciones. Sin embargo, la aceptación del país
y las posteriores negociaciones hicieron que Australia se quedase
definitivamente (eso sí, estas veces teniendo que pasar por la semifinal).
Los resultados
de Australia han sido impresionantes: de 5 participaciones, 4 han llegado a
estar en el top 10, y en 2016 quedaron segundos con esta canción.
3. ¿Podrían darse más casos como el
australiano?
La verdad es
que ya ha habido intentos. Se han mostrados interesados en participar Qatar,
China y Kazajistán, además de otros territorios pertenecientes a países que ya
están en el festival, como pueden ser Escocia, Gibraltar, Groenlandia o las
Islas Feroes, pero las negociaciones, por ahora, se han quedado en nada.
4. Pero, ¿qué hace exactamente la Unión
Europea de Radiodifusión además de Eurovisión?
Se la considera una organización
internacional de radiodifusoras públicas. Pese a ser conocida por el certamen,
es la que negocia los derechos de difusión de retransmisiones, además de
organizar el intercambio de programas, fomentar las coproducciones entre países
o desarrollar nuevas tecnologías en el ámbito de la radio y la televisión.
Además, parte de sus funciones tienen
que ver con salvaguardar principios básicos de los medios de comunicación y los Derechos Humanos, como pueden ser la libertad de expresión e información, la
pluralidad de opiniones, la tolerancia hacia la diversidad, la protección de la
cultura, etc.
Como curiosidad, en España pertenecen a
tal Unión RTVE, SER y COPE.
5. ¿Cuáles son los países que pagan por ir
directamente a la final? ¿Por qué está permitido?
Recordemos que para poder participar,
los países deben pertenecer a la Unión Europea de Radiodifusión, lo que implica
pagar una tasa. Si, además, se quieren presentar al festival, deben abonar una
cuota extra y correr con los gastos de su propia delegación.
Este pago no es igual para todos los
países, pues el mínimo se calcula teniendo en cuenta su capacidad económica,
pero es que además hay países que, por voluntad propia, deciden aportar más
dinero, y son indispensables para el festival.
Esto quedó de manifiesto en 1996 cuando
Alemania, uno de estos países, no pasó a la final. Debido a su ausencia hubo
un problema económico con la organización, por lo que se tuvieron que hacer
malabarismos para llevar el certamen a cabo. Desde ese momento, se acordó que los
países que más dinero aportasen pasarían directamente a la final. A estos países se
les conoce como el «Big 5», y hoy en día son Alemania, España, Francia, Italia
y Reino Unido.
Esta medida económica es rechazada por la mayor
parte de eurofans, que señalan los malísimos resultados que suelen obtener
estos países en el certamen (Alemania quedó dos veces seguidas en último lugar,
en 2015 y 2016). Además, hay países que se han salido del certamen alegando esa
desigualdad (como es el caso de Turquía), pero no parece que el número de
países con pase garantizado a la final vaya a disminuir, sino todo lo
contrario.
6. ¿Cómo funcionan las votaciones?

Al elegir estas dos fuerzas, lo que se
intenta es que se contrarresten las posibles interferencias. Es decir, se
intenta que el televoto impida que ganen países por los intereses que puedan
tener sus aliados, y el jurado profesional impida que los inmigrantes voten
masivamente a sus países de origen (lo que, de hecho, se dio hace una década y
se conoció como el «efecto diáspora»). Debemos recordar que el televoto está
limitado a 20 mensajes y no se puede votar a la canción del propio país.
Esto no implica que ciertos países
tiendan a votarse entre sí, sobre todo si son vecinos, ni que los diversos
intereses queden anulados al completo.
7. ¿Por qué no se pueden utilizar instrumentos
en las actuaciones?
Desde 1999 se decidió que solamente las
voces serían en directo, en principio porque contratar una orquesta era muy
caro. Sin embargo, lo lógico es que actualmente se mantenga la regla porque
sería bastante difícil técnicamente controlar todos los micrófonos necesarios
para que todos los instrumentos sonasen en directo (no digo que sea imposible,
porque de hecho, es lo que hacen las orquestas profesionales).
Debemos tener en cuenta que hay otras
reglas relacionadas con aspectos técnicos, como pueden ser el máximo de seis
personas sobre el escenario (y nunca animales ni niños), la prohibición de que
las canciones duren más de tres minutos y el veto a canciones meramente
instrumentales (aunque sí pueden ser solo vocálicas, como la presentada por
Bélgica en 2011).
8. ¿Quién puede representar a cada país?
No hay normas
fijadas sobre quién puede representar a cada cual. Lo único que se señala es
que la canción debe ser original en todas sus partes, pues lo contrario sería
motivo de descalificación, y que no puede presentarse al público antes de determinada fecha.
Lo normal es
que cada país presente a artistas originarios de tales lugares, pero no hay una
regla que impida lo contrario. No es muy común que un cantante
represente a un país del que no es ciudadano, pero algunos casos se dan. Eleni
Foureira nació en Albania, tiene nacionalidad griega y representó a Chipre en
Eurovisión con «Fuego» en 2018 quedando en segundo lugar, por ejemplo. Pero seguramente el caso más sonado fue la participación de Céline Dion, canadiense, que representó a Suiza en 1988 y ganó el festival.
Lo que sí es
muy común es que las canciones sean compuestas por personas de diversas
nacionalidades. Uno de los compositores más conocidos en el festival es Thomas
G:Son, músico sueco que ha escrito 12 de las canciones presentadas al festival.
Es suya «Euphoria» de Loreen que ganó en 2012, pero también «I love you mi
vida» de D’Nash, «Quédate conmigo» de Pastora Soler y «Amanecer» de Edurne. En
total ha representado a Suecia, España, Georgia, Chipre, Dinamarca y Noruega.
9. ¿Por qué se utiliza como lengua vehicular el francés y el inglés?
9. ¿Por qué se utiliza como lengua vehicular el francés y el inglés?
Los comentarios del festival y las
votaciones deben darse en inglés o en francés (a elegir) porque son las lenguas
oficiales utilizadas en la Unión Europea de Radiodifusión, al igual que ocurre
con el inglés en la Unión Europea, por ejemplo. Estas fueron elegidas en el
inicio no por ser las más utilizadas nativamente en los países participantes,
sino las más prestigiosas y las que conocían más personas como segunda lengua.
Esta elección nunca ha cambiado.
10. ¿Las canciones pueden estar en cualquier
idioma?
Actualmente, cualquier lengua está
aceptada, pero no ha sido así siempre. En los comienzos del festival, cada país
cantaba en su idioma oficial, por pura elección propia. Cuando en los años 60
los representantes empezaron a cantar todos en inglés, se impuso una norma
nueva: solo se podía cantar en alguna de las lenguas oficiales del país que era
representado. Sin embargo, esta norma volvió a cambiar en 1973, cuando se
levantó el veto. Si no hubiera ocurrido esto, «Waterloo», que ganó en 1974, la
cantaríamos en sueco.
Desde el inicio del festival en 1956, se ha cantado
en 67 lenguas y dialectos, incluyendo de países que no participan en el
certamen, como puede ser el sánscrito, el japonés, el suajili, tahitiano o el
criollo haitiano. De hecho, incluso se han cantado en idiomas artificiales:
Bélgica en 2003 (en el vídeo), Países Bajos en 2006 y de nuevo Bélgica en 2008.
Actualmente, alrededor de dos tercios de
las canciones están en inglés, y el resto en su lengua nativa.
11. ¿Hay tensiones políticas en Eurovisión? ¿Es
verdad que hay países LGBTfóbicos que se han negado a participar?
Hay una cantidad interminable de
tensiones políticas alrededor del festival de Eurovisión. Estas a veces son
alimentadas por los propios artistas y sus respectivas delegaciones, y otras
veces por parte de los organismos pertenecientes a la UER, que al fin y al cabo
dependen directamente de su país de origen.
De hecho, no es muy conocida la norma
eurovisiva que prohíbe exhibir banderas de países no participantes, banderas
locales, provinciales o regionales o aquellas que puedan contener publicidad.
Seguramente lo más sonado fue cuando, durante las votaciones de la final del
festival en 2019, la delegación de Islandia mostró la bandera palestina como
protesta hacia Israel, donde se celebraba el certamen. La Unión Europea de
Radiodifusión multó a Islandia porque mostrar la bandera se consideró un acto
político.
Y es que, aunque las propias reglas
prohíban cualquier referencia a la política de cada país (lo que hizo que
Chikilicuatre tuviera que modificar la letra de su canción), es común que haya
reivindicaciones por doquier. De hecho, que Ucrania ganase el festival en 2016
con una canción que trataba sobre la deportación de tártaros en Crimea fue
tomado por Rusia como un insulto (recordemos que Crimea se anexionó a Rusia en
2014 en medio de enfrentamientos militares). Rusia hizo todo lo posible por
impugnar la victoria de Ucrania pero, al no conseguirlo, decidió elegir como
representante a una cantante abiertamente a favor de la anexión de Crimea a
Rusia. Y la historia no terminó aquí: Ucrania decidió vetar
a Rusia porque la cantante había participado en un «concierto ilegal» y le
prohibió la entrada al país, mientras los eurofans rusos clamaban al cielo diciendo que eso era un acto inhumano porque era inmoral prohibir la participación de una cantante en silla de ruedas con atrofia muscular espinal. Con tal de meter puya, el Gobierno ruso decidió manipular el anticapacitismo.
No es la primera vez que se pone a Rusia
en el punto de mira. En 2014, se oyeron abucheos durante la actuación de las hermanas
Tomachelvy (lo cual es sumamente raro en el festival, pues incluso las
canciones más impopulares arrancan aplausos). Durante las votaciones, cada vez
que el país recibía puntos se oían de fondo pitidos y abucheos. Los eurofans
tuvieron claro ese día que no quería a un país que acababa de sacar una ley
«anti-gay».
Las tensiones alrededor del colectivo
LGBT normalmente suceden de forma más velada, ya que el certamen es
abiertamente LGBTfriendly. Loreen, en 2012, tras ganar el festival en
Azerbaiyán, se reunió con activistas del país para mostrar su apoyo, y
declaró que se violaban los Derechos Humanos de las personas del colectivo en
tal territorio. Como suponéis, esto no sentó bien a las autoridades de
Azerbaiyán, aunque se limitaron a criticar a Loreen por realizar comentarios
políticos.
Eurovisión se ha convertido a lo largo
de la historia en uno de los fuertes del colectivo LGBT, y los países intentan,
en general, ganarse su simpatía, no perderla. Izhar Cohen, gay, ganó por Israel
en 1978; Dana International, cantante trans, ganó el certamen también por
Israel en 1998; Serbia ganó en 2008 con Marija
Šerifović, abiertamente lesbiana; Suecia en 2012 con Loreen, bisexual y
activista; Austria en 2014 con Conchita Wurst, gay dragqueen. Y el ganador del último certamen celebrado en 2019, Duncan Laurence, se identifica como bisexual. Pero es que ya en
1961 Jean-Claude Pascal (Luxemburgo) ganaba el festival con «Nous Les Amoreux»,
una canción que trataba sobre la represión al amor entre personas del mismo
género, aunque de forma velada.
De hecho, este año Azerbaiyán (aquellos
que criticaron a Loreen) ha presentado una canción en la que en la primera
estrofa se puede escuchar:
«Cleopatra
was a queen like me
»Just like me, yeah, just like me
»Straight or gay or in between
In between, yeah, in between»,
»Just like me, yeah, just like me
»Straight or gay or in between
In between, yeah, in between»,
12. ¿Puede ganar el mamarrachismo?
Uno de los
aspectos que más se comenta del festival es que resulta muchas veces
impredecible. Salvador Sobral, cantante portugués, ganó en 2017 con una balada
sin apenas puesta en escena, habiendo dicho en entrevistas anteriores que en
Eurovisión solo contaba el espectáculo, no la música, y que se vive en «un
mundo de música fast food sin ningún
contenido». Sigue, por cierto, arremetiendo contra el festival, con
declaraciones como que haberse presentado fue su «prostitución».
Pero, retomando la pregunta, sí, hay canciones que
buscan ser extravagantes para poder quedar en buenos puestos, y lo consiguen.
Al festival se puede presentar uno de forma seria o de forma mamarracha, y
aparentemente puede ganar cualquiera. En los primeros años se tendió a la
seriedad (recordemos que se comenzó en los 60), pero los escenarios y los
efectos visuales fueron aumentando paulatinamente a lo largo de las épocas.
No olvidéis que Lordi ganó el festival en 2006 por Finlandia con un grupo de hevay metal cuyos integrantes iban disfrazados, de arriba abajo, de monstruos demoníacos. Y, cómo no, este año también tenemos representantes que han buscado sacar la sonrisa del espectador.
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