12 oct 2013

Toca los tambores, Yen

Desde que tenía unos catorce años tengo una historia que me persigue y que nunca consigo acabar. Se titula Nubes Y Leyendas De Otro Mundo (NYLDOM) y muchas veces, cuando intento escribir cualquier
otra cosa, las palabras me arrastran a ella de nuevo. Lo siguiente es una canción de guerra, de esperanza, para luchar. En realidad no sé componer canciones ni escribir poemas, pero en mi fantasía eso sí puede pasar. Así que os dejo lo que escribí, recordándoos que me siento mucho mejor con la prosa.

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

En las minas nos tuvimos que internar
Para no morir allí,
En un mundo de mayor oscuridad
Que el que encontramos aquí.
Un refugio en las tierras de Lam,
Un refugio en las tierras del Mal,
Un santuario en territorio enemigo,
Unas rocas que nos ofrecieron abrigo.
Miles murieron, lo sabemos,
Y por su recuerdo debemos protegernos,
Para que a nadie jamás le asombre
Que luchamos por mil sueños y un hombre.

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

Aquel genial poeta, bufón para algunos,
Nos dio la esperanza perfecta
Para seguir adelante y ser sólo uno.
Su espíritu ronda estas cuevas,
No las abandonará jamás.
Cuando consigamos huir de aquí
Él se quedará como fiel guardián.
Alzaremos nuestras espadas una vez más
Contra quien mancille su nombre.
Alzaremos nuestros picos por la libertad
Pues jamás volverá a existir un hombre
Como el que fue él: que ame la igualdad.

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

Nos dijo que no nacimos esclavos,
Que ellos superiores no son.
No debemos arrodillarnos ante las bestias,
No debemos entregar nuestra rendición.
Nos dio un regalo magnífico: la opción de luchar.
Y con su hija, la Protegida que quedó,
Iremos a batallar.

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

Mañana respiraremos el cielo azul,
Pisaremos la fina hierba.
No digas ahora, compañero, que te rindes.
¡No dejes de luchar!
Allá tras la oscuridad
Aún existe patria, aún existe hogar.
Deja ya, hermano, de llorar.
¡Juro que llegaremos a verla!

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Oímos cómo se acerca el enemigo,
Olemos su impiedad.

Veo el destello de esos dientes infernales,
Veo que mi sangre brota frente a los golpes rivales.
Poeta, ¿me uniré esta noche a los hombres caídos?
De todos modos, sabes que mi corazón no es mío.
Mi corazón es de la libertad deseada,
Mi corazón no se estremece ante batallas.
No viviremos solos, pues moriremos juntos.
Repítelo, sabes lo que somos: ¡Somos uno!

Toca los tambores, Yen,
Tócalos ya.
Si esta noche hemos de morir…
No nos importa.


2 comentarios:

  1. A parte de que eres una buena narradora, tienes madera de poeta, amiga Sara. Es un poema de superación, me gusta.

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    1. ¡Gracias, Cristian! Que exactamente tú digas eso es un gran halago para mí ;)

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